En mi opinión...
Es una historia con una abanico de matices dignos de un trago de Ambrosia y me dirán que probablemente exagero pero la verdad es que no lo creo. Simplemente porque Bajo la misma estrella expone una verdad, una que sí, es cruel hay que admitirlo... admitámoslo: en la vida qué no lo es.
La estancada vida de Hazel impulsada por sus padres a ocupar todo el tiempo disponible que le queda la lleva a una de las mejores experiencias de su vida, que no es cualquier trivialidad, conocer al versado Augustus y sus paradigmas planteados en la más sencillas de las frases, así como ese humor tan negro que se carga pero sobre todo… esa belleza digna de ser de los más afortunados, está en él. Hazel, de pronto no quiere perderse ningún momento de los que le pueda proporcionar.
¿Pero por qué los destinos tienen que ser tan crueles? Hazel se enfrenta a la muerte en varias ocasiones y Augustus encantado con Hazel decide que puede ser él quién le brinde un momento de su vida, uno disfrute sin pensar en lo que pueda pasar y sobre todo se plantee nuevamente el sentido real de lo que es un último deseo, independientemente de lo fabuloso que es compartir algo tan inverosímil, dar todo hasta las últimas instancias es lo que pretende Gus.
Conocerlos te hará ver la vida desde otra perspectiva, ¿por qué? Muy sencillo, los seres humanos estamos predispuestos a rechazar lo que es diferente a nosotros y sentir compasión por el más débil pero acaso no somos nosotros los débiles por pensar de esa manera, ¡claro que sí! A través de los pensamientos de Hazel y Augustus te harán saber de la manera más divertida, ácida, conmovedora y con esa juventud que los caracteriza que los riesgos que toman no son justificados por el límite que ellos poseen ante la vida, los toman porque el resto de los seres humanos son incapaces de darse cuenta que la vida es mucho más que vivir un día más solo por vivirlo. Una lección que hay que tomarse con cuchara grande y apañárselas porque el trago puede que sea un poco amargo… pero tan embaucador que cada uno de los sabores de este libro vale la pena leerse.
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